domingo, 8 de febrero de 2015

El Pacífico mexicano


El Pacífico mexicano
La bella playa de Litibu

Ni la Perla Peregrina, ni el diamante Krupp, el Taj-Mahal o el Taylor-Burton. De todas las joyas que Richard Burton le regaló a Elizabeth Taylor, la que más brilla es la residencia conocida como Casa Kimberly, en Puerto Vallarta, México. No hay piedra preciosa que se compare con la luz de los sofisticados atardeceres sobre el Pacífico que se ven desde allí. El actor se la obsequió cuando ella cumplió 32 años, en plena ebullición del romance que habían iniciado un año antes durante el rodaje de la película Cleopatra. En 1964 él se trasladó a Vallarta -y Liz lo acompañó- para filmar La noche de la iguana bajo las órdenes de John Huston (otro enamorado de estas playas), y la pareja encontró en este rincón del mundo su paraíso más privado y perfecto.
Esta es una de las historias que desde hace décadas recorre con más énfasis el horizonte de postal de Bahía de las Banderas, sobre la costa del Pacífico, y la que más alimentó las oleadas de viajeros que hicieron de este destino turístico un clásico al margen de los clásicos mexicanos.
A lo largo de 161 kilómetros de playas, Bahía de las Banderas concentra sus polos turísticos desde Riviera Nayarit al norte hasta Puerto Vallarta al sur, un dos por uno que ya hubiésemos querido los argentinos. Se trata de una de las bahías más profundas del mundo (más de 900 metros), con lo que hasta la ballena jorobada, que entre diciembre y marzo viene a reproducirse y a tener sus crías en estas aguas, regala un espectáculo extra para los turistas. Con sus olas templadas (hay que derrumbar el mito del Pacífico helado), sus lluvias que parecen amaestradas para caer sólo durante la noche, su geografía de montañas, ríos, océano y tequila, y la simpatía religiosa de los patas salada (como se conoce a los lugareños), Bahía de las Banderas hasta ofrece más posibilidades que sus parientes turísticos del Caribe, con opciones de alojamiento que van desde las más modestas hasta el lujo extremo.
La armonía de los opuestos


El Pacífico mexicano
La ballena jorobada se puede observar entre diciembre y marzo.


Imponerse como uno de los más nuevos y modernos destinos para las vacaciones no le resultó difícil a esta franja del Pacífico mexicano. La Riviera Nayarit combina los resorts, condominios y hoteles más lujosos y equipados, con la cálida sencillez y bohemia de los hostales y albergues que se desparraman en sus pueblos más autóctonos y tradicionales como Bucerías, Sayulita, San Pancho, Punta de Mita o la minúscula pero pintoresca Isla de Mexcaltitán.
La Riviera Nayarit se extiende desde el norte de Bahía de las Banderas hasta San Blas, y a lo largo de ese trayecto se puede hacer escala en una sucesión de destinos que sobresalen por su carácter propio. El moderno Nuevo Vallarta es el centro turístico que concentra todo, desde tiendas de diseño y reconfortantes spas de primer nivel, hasta hoteles como el Grand Velas Riviera Nayarit o el Marival Residences, que apuestan al confort extremo y a la gastronomía internacional. En una enumeración insuficiente, se puede comenzar un recorrido por San Pancho (San Francisco en su denominación oficial, que casi nadie usa), una de las zonas con mayor conciencia ecológica de la región. Hay que caminar sus callecitas austeras, detenerse en el sorprendente centro comunitario Entre Amigos que vende todo tipo de artículos reciclados (macetas, vasos, bolsos, lámparas, ropa) gracias a un innovador proyecto comunitario y medioambiental; y por qué no desayunar en el bistró orgánico del hotel boutique Cielo Rojo (apenas 9 habitaciones sin TV y con todo hecho con material reciclado), donde no será raro cruzarse con algún argentino degustando una quesadilla de vegetales salteados o frijoles rancheros (la gastronomía mexicana merece una enciclopedia aparte). Y claro, llegar hasta la playa para el chapuzón de rigor.
En esta tierra de contrastes, el color de la arena o del agua del mar ofrecen una sinfonía de tonos diversos y cambiantes gracias al efecto que producen los siete ríos que bajan hasta la bahía. Por eso cada lugar tiene algo que lo distingue. Las playas de Sayulita, por ejemplo, son las preferidas de los surfistas; ellos le confieren al lugar un aire cosmopolita que sin embargo no abandona la tradición local en sus múltiples bares y cafés, así como en sus tiendas de artesanías y su oferta de comidas típicas. Con sus calles empedradas y su espíritu bohemio, también vale la pena pasar una noche en las rústicas cabañas frente al mar.
El Pacífico mexicano

Atardecer en el malecón de Puerto Vallarta

Claro que no todos los turistas prefieren la belleza de las cosas simples. Riviera Nayarit tiene para aquellos otros una propuesta abundante a la hora de buscar las caricias del confort y de la aventura controlada. En Punta de Mita anclaron varias de las cadenas hoteleras más importantes del mundo, como Four Seasons y St. Regis, que aquí disponen de resorts dignos de un jeque árabe. Playas privadas, piscinas climatizadas, terrazas con atardeceres propios en casas y departamentos totalmente equipados y una gastronomía de altísimo nivel. El mismísimo presidente Enrique Peña Nieto se refugió aquí para sufrir en privado el partido donde Holanda eliminó a México en el último Mundial de Fútbol.
En estos oasis que superan las cinco estrellas, no podían faltar los campos de golf. El complejo Punta Mita Pacífico tiene para los amantes de este deporte un as en la manga, o más bien un hoyo inesperado: el 3B (conocido como "Cola de Ballena"), único en el mundo por tener su green sobre una isla natural a la que se llega con un vehículo anfibio.
La joya de la corona, sin embargo, está en las Islas Marietas. Vale la pena contratar un paseo para hacer snorkel, buceo u observar la imponente variedad de aves que regalan un espectáculo natural increíble. Pero nada se compara con una visita a la mundialmente famosa "Playa Escondida", a la que sólo se accede sumergiéndose en el mar para ingresar en un escenario de película, y eso es quedarse corto. Atravesar las aguas transparentes, escoltado por peces de colores para emerger en una playa generosa rodeada de un laberinto de cuevas donde el mar ingresa con el ímpetu de una coreografía asombrosa, justifica todo el viaje.
La reinvención de un clásico

El Pacífico mexicano

Campo de golf en Punta Mita


Cuando un destino turístico se ha consolidado, no hay manera de quitarle el trono, ¿o sí? Antes de averiguar la respuesta, hay que decir que Puerto Vallarta ha logrado reacomodarse a los nuevos tiempos sin perder su identidad. Por un lado, se instaló como un lugar familiar y gay friendly a la vez, con múltiples propuestas para unos y otros y para todos juntos. Pero la apuesta más fuerte hoy pasa además por los paquetes de bodas que ofrecen desde los hoteles más pequeños hasta las grandes cadenas. ¿Quién no ha fantaseado con casarse en la playa, en un atardecer para la perpetuidad de las fotos y con todo resuelto? Ofertas que incluyen traslados y alojamiento para familiares y amigos invitados son el nuevo boom del lugar, y hasta puede resultar más económico que un casamiento tradicional con sus pompas y circunstancias.
Puerto Vallarta tiene una plaza hotelera de 33 mil habitaciones, más de 300 restaurantes y decenas de comercios y atracciones que contemplan el disfrute, el relax y el entretenimiento para todas las edades y todos los estados civiles.
Tiene playas, pero también historia; posee la idiosincrasia de la cultura mexicana, pero también los latidos que le trae el mundo. Eso se percibe sin disimulo en la zona céntrica, que se recorre fácilmente a pie. Dividido por el río Cuale, tiene dos áreas muy diferenciadas: el Viejo Vallarta y la Zona Romántica, donde se encuentra la Playa Los Muertos, ideal para un paseo nocturno. Hay desde bodegones hasta restaurantes sofisticados, como el Café des Artistes, uno de los más bonitos de Puerto Vallarta y con una de las bodegas mejor equipadas.
En el Viejo Vallarta las calles empedradas marcan el camino hacia arriba, desde el mar. Es el área más tradicional del centro y la que alberga uno de los símbolos más representativos de Vallarta: la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe.
El Malecón, adornado con estatuas y grupos escultóricos que ya son parte de su horizonte de postal, como la de su conocido Caballito de mar, es el punto de reunión de la vida local, sobre todo los domingos al atardecer. Tiendas de un lado, bares del otro, el paseo sorprende además porque el visitante nunca se cruzará con un cartel de neón: es la única ciudad de México donde están prohibidos. Eso permite que resalte aún más el "estilo Puerto Vallarta", con sus frentes de adobe blanco, techos de tejas rojas, decoraciones en hierro forjado y paredes de piedra. Ese estilo colonial que encandiló a Richard Burton y Liz Taylor.
Las vistas más hermosas de la ciudad se logran desde El Faro que está a pocas cuadras del centro, o yendo hasta el mirador Conchas Chinas, que ofrece una vista panorámica. Si de playas se trata, la más popular de Puerto Vallarta es la Playa de los Muertos (llamada así no porque se ahogue nadie, sino porque se dice que las tribus indígenas tenían un cementerio muy cerca de ahí) y está a corta distancia del Malecón e integrada a la Zona Romántica.
En el corazón del centro histórico, casi escondida, está la Isla del Río Cuale, envuelta entre dos brazos del curso de agua. Tiene varios accesos, como el que arranca desde el River Café (un clásico que ya lleva casi 20 años con un menú que combina la cocina internacional con la gastronomía local) o los puentes colgantes que llegan desde el inmenso y laberíntico Mercado de Artesanías, que le dan un toque colorido y bullicioso a este paseo ineludible.
Para alejarse del mundanal ruido, aunque uno se hospede en los hoteles más renombrados como el Secrets Vallarta Bay Resort o el Sheraton Buganvilias, existen otros menos suntuosos pero igual de amables como el Costa Sur, donde la montaña se junta con el mar y se puede ir a comer en sus magníficas terrazas al lado del mar o a pasar el día en su playa con actividades acuáticas que incluyen snorquel y buceo entre peces de colores y vegetación submarina.
En materia de excursiones, los más chicos estarán de fiesta a bordo del barco pirata Marigalante, una réplica exacta de la Santa María de Colón que fue fabricada en el Puerto de Veracruz para conmemorar los 500 años del descubrimiento de América. Una travesía para ocupar el día entero mientras una tripulación de piratas entretiene a los niños, hasta llegar a una playa virgen para más actividades acuáticas, con refrescos y almuerzo incluido para pasar todo un día de aventura y diversión. Porque al fin de cuentas, de eso se trata.


Vacaciones 2015: Playas paradisíacas




Vacaciones 2015: Playas paradisíacas



Vacaciones 2015: Playas paradisíacas



Vacaciones 2015: Playas paradisíacas

Isla Margarita, Venezuela.




1. RIVIERA MAYA: 


Tulum, Riviera Maya.


Vacaciones 2015: Playas paradisíacas
lo largo del mar Caribe combina el placer de playas de arenas blancas, actividades en aguas cristalinas y paseos por los vestigios de la civilización Maya. Con Playa del Carmen como estrella con su animada 5ta Avenida -repleta de restaurantes, tiendas y boliches-, la zona arqueológica de Tulum -con sus magníficos cenotes- y Chichen Itzá. Además, vale la pena pasear por Cozumel, Isla Mujeres y una escapada a Cancún.

2. CUBA:

 Con playas y cayos que invitan al absoluto relax; bahías y montañas que presumen su belleza y con una ciudad como la Habana con su malecón, fuertes, palacios y museos de magnífica arquitectura. Su rica vida cultural atrae con su música e invita con sus tragos a base de ron.

Vacaciones 2015: Playas paradisíacas

Varadero, Cuba.


3. COLOMBIA: 

Sus playas caribeñas ofrecen arenas finas y aguas transparentes, rodeadas por cuantiosa y apacible naturaleza. Cartagena de Indias es la ciudad más visitada tanto por su patrimonio histórico como por la belleza de sus playas Bocagrande, El Laguito y las islas del Rosario y Baru, atraen con sus jardines submarinos y paisajes agrestes. A 700 kilómetros de la costa continental, la isla de San Andrés deslumbra con su mar de 7 colores, que alberga peces y corales rebosantes. La noche se presenta divertida al son de la música que invita a bailar. La ciudad de Santa Marta y el Parque Nacional Tayrona completan el circuito tropical colombiano.

4. BRASIL: 

Con más de 7 mil kilómetros de costa bañada por las aguas del Atlántico ofrece balnearios de norte a sur. Se destacan Copacabana e Ipanema en la maravillosa ciudad de Río de Janeiro, ideales para contagiarse de la alegría carioca. Siguiendo hacia el norte, a unos 200 km, aparece Buzios que atrae a turistas de todo el mundo por las bondades de sus playas y su diversión nocturna. En el nordeste Costa Do Sauipe, Maceió, Natal, Fortaleza y la paradisíaca isla de Fernando de Noronha aseguran cálidas temperaturas todo el año, arenas finas y aguas claras, flora exuberante y relax absoluto.

5. ISLA MARGARITA:

 Cuenta con playas muy concurridas pero también esconde algunas agrestes. Sus palmeras son la sombra ideal para descansar y sus aguas turquesas el escenario perfecto para practicar windsurf y kitesurf. También cuenta con campos de golf y la posibilidad recorrer a caballo sus reservas naturales. Imperdibles las excusiones a Los Roques e isla Coche.

6. ECUADOR:

 Mirando el oceáno Pacífico, entre volcanes y selva, aparecen variedad de playas con temperaturas cálidas, olas de todos los tipos y paisajes únicos acompañados de buena gastronomía y servicios. Montañita es considerada la capital sudamericana del surf, destino ideal para jóvenes en busca de diversión por sus fiestas al estilo hawaiano y música en vivo. Algo más exclusivas, las islas Galápagos maravillan por sus playas pobladas por especies únicas en el planeta, como sus conocidas tortugas gigantes. Tortuga Bay es una de las mejores y más hermosas playas del archipiélago.







Río de Janeiro, Brasil.
Isla San Andrés, Colombia.

Descanso y otros placeres en las playas de Ceará



Descanso y otros placeres en las playas de Ceará
Jericoacoara.
Créditos: Martin Mangudo


No es Hollywood pero hay un cartel en lo alto de la ladera. No es Manhattan pero su calle principal se llama Broadway. Si en Estados Unidos se tomaran tantas caipirinhas por segundo como en Canoa Quebrada, Los Angeles y Nueva York estarían invadidas por buggies.

El origen del emblema de esta localidad costera del estado de Ceará, en Brasil, tampoco hay que buscarlo en ninguna revolución islámica. Es idéntico al de las banderas de Argelia y de Pakistán y ahora se ha trasmutado en gorras, camisetas, pendientes y collares, que se venden en puestitos y tiendas de la calle de nombre teatral. Precisamente, fue una pareja de turistas pakistaníes quienes, sin saberlo, provocaron que en la larga escalera que baja a la playa más céntrica de Canoa Quebrada se formen atascos para tomarse una foto frente al hollywoodense cartel de la medialuna y la estrella.
A mediados de los años 80, la pareja visitó este enclave de pescadores, como desde los 70 venían haciendo miles de hippies, y le pidieron al artesano local Chico Eliziário, especializado en esculpir caparazones de tortuga, que grabara su símbolo patrio. A Eliziário le pareció que la estrella y la medialuna eran la representación ideal para el límpido cielo del Nordeste, donde llueve tan poco que, cuando sucede, es una bendición. 
Descanso y otros placeres en las playas de Ceará

Jericoacoara.
Créditos: Martin Mangudo

Como vaticinó aquel cantante también hippie, los tiempos han cambiado. Hoy las tortugas están protegidas, la policía vigila que no se comercialicen langostas con colas pequeñas -menores de 13 cm- y también están a resguardo las falesias, acantilados arcillosos modelados y coloreados a fuerza de viento y agua. Y aquí es donde entra en acción el verdadero rey de la costa nordestina: el buggy, medio de transporte indispensable para surcar dunas y playas. Tomar un buggy en Canoa Quebrada y dejarse llevar por un experimentado conductor hasta Punta Grossa no tiene precio. Eso sí, hay que ir sin gorra para que no se vuele, bien agarrado y lleno de protector solar.
Se trata de un espectacular travelling de 35 km que se recorren en menos de una hora, bien temprano, para poder regresar antes de que la marea impida el paso. A la derecha, falesias que cambian de color con la intensa luz del sol, jangadas -típicas balsas con vela-, cabras y jaulas vacías para langotas y cangrejos. A la izquierda, arena fina, extensas playas donde algunos niños juegan al fútbol y un océano, del que las barcas de pesca artesanal sacan los frutos de mar que se pueden degustar en barracas, chiringuitos de comida que se distribuyen por los casi 600 km de costa de Ceará. Como en la barraca Chega Mais, al pie de la escalera de la medialuna y la estrella, donde sirven la deliciosa moqueca de manta raya.
Descanso y otros placeres en las playas de Ceará

Jericoacoara.

Canoa Quebrada se sitúa en el municipio de Aracatí, 160 kilómetros al este de Fortaleza por una ruta de playas como Morro Branco -con sus arenas de colores-, Aguas Belas o Porto das Dunas, donde está el parque acuático Beach Park, a 22 kilómetros de la capital del estado. En el camino se puede hacer alto en algún ingenio azucarero, para probar la raspadura de caña o comprar todos los derivados de la castaña de cajú, desde el fruto seco hasta dulces, miel y licor.

Playas en la capital

Fortaleza también tiene sus playas. La mejor es Praia do Futuro, un poco alejada del centro de la capital estatal. Después de darse un baño, sentarse en una barraca a saborear cangrejos absorbiendo la esencia de sus cabezas -mezclada con caldo y farofa- es uno de los mejores pasatiempos que se puedan recomendar durante el día.
A la tarde, tras pasear por la playa de Iracema o charlar con los pescadores en Mucuripe, los restaurantes del barrio de Aldeota son una buena opción, como las terracitas del Dragao do Mar, el moderno centro cultural de la capital. Para la noche y madrugada, el bar Pirata plantea una curiosa opción, que promociona como "el lunes más loco del mundo": un gran espacio al aire libre, que sólo abre el primer día de la semana y con banda y conjunto de baile propios a ritmo de forró, axé, carimbó o pop, transforma el lugar en una fiesta continua.
No obstante, la joya de Ceará está 350 kilómetros al oeste de Fortaleza, en un Parque Nacional. Aunque ya no es la playa secreta de antaño, Jericoacoara sigue conservando un encanto marcado por la dificultad de acceso y, ahora, por su sofisticación. De ser hace dos décadas un pueblo de pescadores sin electricidad ha pasado a ser un destino chic con servicios hoteleros de primer nivel , pero donde los mochileros continúan siendo bienvenidos, especialmente si practican surf. No sólo son bien recibidos sino necesarios, ya que muchos aventureros de múltiples nacionalidades se quedan un tiempo extra para engrosar las filas del personal de los hoteles y restaurantes, donde es fácil encontrar a argentinos trabajando y viviendo la vida.

La mezcla entre turistas ricos o mochileros, empleados forasteros o locales se aprecia mejor las noches de los fines de semana, cuando las fiestas de samba, forró o capoeira generan la misma buena onda que se respira alrededor de los carritos, que por 7 reales ofrecen, a metros del mar, caipirinhas de todos los sabores imaginables.
Al atardecer hay que caminar pocos pasos desde los hoteles para subir la dunaPor do Sol y contemplar uno de los más bellos atractivos de Jeri: la puesta de sol. La base de la duna se confunde con el agua, así que, tras contemplar cómo el horizonte se apaga, uno puede tirarse desde lo alto haciendo skybunda o, simplemente, rodar para acabar hundido en el cálido océano.
La puesta del sol también es el momento para que los vigilantes usen sus silbatos y adviertan a los windsurfistas que ya es hora de salir del mar. El mejor lugar para surfear es la playa de Malhada, camino a la famosa roca agujereada Pedra Furada, como si las olas llamaran con fuerza a una puerta invisible.
Para entrar o salir de Jeri hay que hacerlo a través del municipio de Jijoca de Jericoacoara, a 25 km. El trayecto se hace por el desierto, en jardinera o 4x4. La buena noticia es que los vehículos todoterreno particulares no pueden circular por el enclave costero y hay que dejarlos en la entrada del pueblo. Pero sí pueden circular los 4x4 de los residentes o de los hoteles y lo hacen cada vez más. Aunque de nuevo el rey buggy entra en acción.
"¿Com emocao ou sem emocao?". Lo aconsejable es responder "com emocao", pero entonces hay que agarrarse al buggy con la misma fuerza que en una montaña rusa para que, cuando acelere cuesta abajo de la duna, el emocionado turista no vaya a salir volando.
Hay buggies blancos, amarillos, rojos, incluso alguno rosa y en Jijoca hasta llevaban banderolas o propaganda durante la reciente campaña electoral. En Canoa Quebrada, donde se celebra el mejor carnaval de Ceará, los buggies llevan a oasis o dunas, desde donde uno puede tirarse en tirolesa y amerizar en una laguna. En Cumbuco, a 30 km de Fortaleza, conducen a la cercana laguna de Tabuba, uno de los mejores lugares para practicar kitesurf. En Jeri, los buggies aceleran por una de las mejores playas del mundo en dirección al oeste, donde pueblitos como Mangue Seco o Nova Tatajuba quizás estén llamados a ser algún día los nuevos destinos hippies de Ceará.