Cancún: sol y mar, arena tibia, cuerpos bronceados. Tierra caribeña
sensual y arrebatadora, con fantásticas murallas de coral y exuberantes
retazos de selva tropical. Un lugar asombroso, con aguas transparentes que
desnudan el fondo del mar y pétreas ciudades mayas que develan los secretos
de la historia.
Un paisaje generoso que se complementa con una impresionante infraestructura
turística, provista de todo lo necesario para seducir al viajero. Aquí, la
diversión es como el oleaje: nunca termina, se repite día y noche; a veces
sube y se vuelve incontrolable e impetuosa como la marea alta; otras, es
serena, plácida, un gozo prolongado, como las caricias de las aguas a la
arena tibia.
El paraíso turístico de Cancún fue el fruto de un plan del gobierno
mexicano, para crear un grandioso centro vacacional en un área remota que
ofreciera las condiciones adecuadas. El lugar se encontró y era una delgada
franja de arena en forma de siete, localizada en uno de los extremos de la
península de Yucatán, en el joven estado de Quintana Roo.
La selección no pudo ser mejor: un clima benigno con una temperatura promedio
de 28° C, la imponente presencia del hechicero mar Caribe y su cercanía a
monumentales ciudades mayas eran elementos suficientes como para asegurar el
éxito del proyecto. Un sueño comenzaba a hacerse realidad en las costas
mexicanas.
El plan comenzó a ejecutarse durante el gobierno del presidente Luis
Echeverría (1970-1976), entonces, la que fuera una modesta aldea habitada por
menos de 100 personas, se convertiría -de a pocos- en el centro turístico más
grande del mundo, con un flujo superior al millón de visitantes por año.
Cancún es ahora sinónimo de mar. De cuerpos bruñidos por el sol, de
bikinis y tangas, de bebidas heladas en la arena tibia, de jornadas de
natación al lado de delfines, de excursiones a las profundidades del Caribe,
de retos constantes a las olas en las tablas de surf, de alianzas con el
viento para avanzar en el windsurf y adrenalina al máximo en el jet sky.
Playas y más playas. Algunas de aguas tranquilas, como Linda, Langosta y
Tortugas, que son protegidas por la bahía a de Isla Mujeres; otras presentan
corrientes enérgicas e impulsivas, como Las Ballenas, Delfines y San
Miguelito; todas viendo al Caribe, todas hermosas, todas invitándonos a
descansar en su arena fina o refrescarnos en sus aguas prístinas.
El escenario de la diversión cambia en las noches. Ya no es la inmensidad del
mar, tampoco la arena reconfortante. En la oscuridad, el parpadeo de las
luces de neón guían a los viajeros a los bares y discotecas de ambiente
autóctono o cosmopolita, con parlantes que revientan con los sones de una
ranchera o parecen bailar con las pegajosas melodías de la música caribeña.
La aventura no termina en el disfrute del mar y los brindis nocturnos, Cancúntambién es historia y
naturaleza salvaje, especialmente en la llamada Riviera Maya, una franja
costera de 160 kilómetros de largo que se extiende hasta el límite con
Belice, ofreciendo una interesante variedad de itinerarios arqueológicos y
ecoturísticos.
Huellas del pasado en Cobá, una ciudad en medio de varias lagunas que fue el
punto de partida del sacbeob (camino) más largo trazado por los mayas; y en
Tulum, una urbe pegada a la cima de un acantilado y protegida por extensas
murallas, son claras evidencias de la grandeza de las civilizaciones
prehispánicas.
Rincones ahítos de naturaleza como la Reserva de Biosfera de Sian Ka'an, que
se revela como un "regalo del cielo" en razón de su generosa
geografía y su gran variedad de flora y fauna; igual que Xel-Ha y Xcaret,
primorosas caletas mayas hoy convertidas en parque nacional y parque
turístico, respectivamente.
Y en la serpiente costera de la Riviera Maya, hay balnearios excelsos en
Playa del Carmen -uno de los rincones más sofisticados- y en Cozumel, la isla
habitada más grande de México, donde las aguas son las de mayor claridad en
el mundo, razón por la que se practica con asiduidad el buceo y el snorkel.
De vuelta a la inquieta ciudad con su fastuosa Zona Hotelera, sus playas
privadas, sus gigantescos centros comerciales y el Boulevard Kukulcán que une
el centro turístico con las tranquilas calles del pueblo de Cancún, más discreto y de
alojamientos menos costosos.
Cancún no le da tregua a
la diversión. Sus hoteles y restaurantes pensados para viajeros exigentes y
trotadores del mundo; sus soberbios complejos mayas, sus reductos de
ecológicos y… playas, muchas playas. Aquí solo hay tiempo para disfrutar lo
que la naturaleza y el hombre -cada quien a su turno- han creado.
COMO LLEGAR
Es muy fácil llegar a Cancún; lo difícil
-como ocurre en todos los rincones del planeta que se asemejan al paraíso- es
dejar su arena cálida y su mar espléndidamente refrescante.
Considerado uno de los mayores destinos turísticos del mundo, Cancún es accesible por vía aérea, terrestre
y marítima durante todo el año. Usted solo tiene que preparar sus maletas,
escoger el medio de transporte que más se ajuste a sus ansias aventureras y
disfrutar al máximo su estancia en el Caribe mexicano.
Por
aire: el Aeropuerto
Internacional de Cancún recibe diariamente más de 80 vuelos procedentes de
la Ciudad de México (1 hora con 45 minutos, aproximadamente) y de algunas
de las principales ciudades de los Estados Unidos, como Nueva York (4
horas de vuelo, aproximadamente) o Miami (1 hora con 30 minutos,
aproximadamente).
El aeropuerto cuenta con dos terminales, uno para vuelos comerciales y el
otro para charters. Se encuentra a la altura del kilómetro 22 de la
carretera Cancún-Chetumal, a casi 10 kilómetros de la Zona Hotelera,
distancia que se cubre en 15 ó 20 minutos, en auto.
Dentro de las instalaciones del aeropuerto, el viajero encontrará agencias
bancarias, tiendas de artesanía y ropa, patio de comida rápida,
restaurantes y tiendas duty free. También hay servicio médico las 24 horas
Por
tierra: la distancia
carretera entre Cancún y la Ciudad de México es de 1,652 kilómetros. El
viaje dura cerca de 18 horas y, más allá del agotamiento que ocasiona un
periplo tan largo, la aventura permite descubrir los encantos de la
Riviera Maya.
Un itinerario muy recomendable para los viajeros es el que conecta a la
ciudad de Mérida (capital del vecino estado de Yucatán) con Cancún. La
distancia de 300 kilómetros (5 horas de viaje, aproximadamente) es
recorrida por las unidades de las varias empresas de transporte que cubren
la ruta, ofreciendo un servicio de primera clase, con aire acondicionado,
baños, asiento reclinables y televisión a bordo.
- Por
mar: no es la ruta
más común, sin embargo, numerosos cruceros internacionales atracan en
Cancún, como parte de su recorrido por el mar Caribe. La mayoría de estos
enormes barcos provienen de Nuevo Orleáns, Tampa y Miami.
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