Los puntos montañosos más altos de Guatemala residen aquí. Los
paisajes y vistas de los valles son algo verdaderamente impresionante.
Los paisajes aquí en Huehuetenango rompen con
lo tradicional visto en Guatemala y hacen que uno sienta que está fuera del
país.
Llegué a Huehuetenango con muchas expectativas
pues había recibido comentarios de su paisaje rocoso, excelente para la
escalada en roca y practicar boulder. Las formaciones rocosas a la orilla de la
carretera son muy llamativas y abundantes.
Aún queda mucho bosque virgen y el clima templado-frío
hace agradable la estancia.
Tomamos
la Carretera Interamericana, dirigiéndonos a Quetzaltenango, en donde hicimos
una parada para escalar en Cerro Quemado, practicar un poco de boulder, comprar
provisiones para el resto del viaje y descansar un poco.
Acampamos ahi y continuamos al otro día, sin
embargo, desde el desayuno ya estábamos completamente ansiosos por llegar a
Huehuetenango y buscábamos las montañas rocosas que se ven como siluetas en el
paisaje lejano, visto desde uno de los puntos altos de Cerro Quemado. El frío
en Xela no fue mucho y nos hizo bastante agradable la noche para poder
prepararnos y continuar.
Aquí escalamos duro pero considerando guardar
energías para la tierra del boulder. Y no nos equivocamos, realmente es la
tierra del boulde
r.
Al fin
llegamos
Soy
fotógrafo empedernido, sin embargo al llegar a Huehuetenango hice una excepción
sobre tomar fotografías..., seguimos directo hacia las montañas sin hacer
paradas pues la ansiedad tocaba a la puerta.
Existen muchos lugares y aspectos arquitectónicos
por capturar en fotografía, sin embargo nuestro viaje era de montaña y quisimos
evitar lo más posible la ciudad y sus comodidades, al igual que cualquier
contacto que no fuera con la naturaleza.
Comenzamos el ascenso por la carretera hasta el
mirador y fue ahi donde nos detuvimos un momento para apreciar el paisaje,
tomar unas cuantas fotos y sobre todo, apreciar los primeros muros de roca que
se divisaban en el paisaje. Fue interesante observar desde ahi el curveado
camino que llevábamos recorrido.
Chiaval
Llegamos
a Chiaval, donde acampamos e hicimos un poco de boulder. El paisaje era limpio
y agradable, con Piedras Cuaches al fondo, otro destino de escalada que
visitaríamos en otra ocasión.
Observamos un atardecer de tonos saturados en rojo
y azul y esperamos al día siguiente dentro de las carpas.
Cuando nos preparábamos a entrar a dormir pudimos
constatar que había hielo formado en la superficie de las carpas...
Llevaba un termómetro electrónico y lo dejé en la
orilla de la carpa para constatar la temperatura y alcanzamos los 3 grados
centígrados bajo cero y no fue fuera de la carpa... Si así fue dentro de una
carpa de dos estaciones, no quisiera tener que dormir a la interperie.
Es un frío que recordaré bastante tiempo... Es
importante llevar ropa de algodón y vestimentas aislantes.
Ascenso por
las Ventosas
Finalmente,
al otro día, llegamos a las Ventosas, un pequeño poblado ubicado en el valle al
pie de las montañas.
Iniciamos el ascenso en un 4x4 pues es imposible
realizarlo de otro modo y caminando nos tomaría demasiado tiempo.
Luego de talvez una hora de ascenso llegamos a una
planicie en la cual comenzamos nuestro camino para buscar un lugar en el cual
acampar.
Estábamos ya en uno de los puntos más altos de
Guatemala (no volcánico) y la altura ya se hacía sentir. Todos deportistas y
sin embargo percibimos la agitación en las palpitaciones cardiacas y la
respiración alterada.
Es importante mantenerse BIEN hidratado pues el
organismo hace un esfuerzo por aclimatarse. Los labios secos y agrietados ya
son señales de deshidratación tardía... y seguro dolor de cabeza.
Esperamos el atardecer y la vista nos dejó
totalmente sin palabras.
Contaba
ya con muchos ascensos a volcanes, todos con amaneceres y atardeceres
impresionantes... pero los colores y nubes que pude ver desde los Cuchumatanes
son algo que permanecerá en mi top 10 de recuerdos durante mucho tiempo.
Realmente sentí alegría y pena a la vez. Alegría
por ser afortunado y poder contemplar el país donde vivo. Y pena y tristeza al
saber que muchas personas en Guatemala pasarán por la vida sin ver algo
remotamente parecido, y que en el futuro todo esto cambiará y probablemente no queden
muchos árboles qué ver.
El rojo-naranja del atardecer le agregó dramatismo
a lo que pensaba en ése momento. Ahora teníamos la ansiedad de saber cómo sería
el amanecer.
La noche fue fría y tuvimos un poco de problema
para conciliar el sueño. La altitud se hizo sentir, al igual que el frío, que
alcanzó otra vez, varios grados bajo cero.
Al
siguiente día, desde las carpas esperábamos los primeros indicios del amanecer,
y a los primeros rayos de luz dimos la alarma y salimos rápidamente a alcanzar
las cámaras y comenzar el ascenso del lugar en el que estábamos.
Se observaban las cimas de varios volcanes:
Acatenango, Fuego, Agua, Santiaguito, Tacaná, Tajumulco y la cordillera
montañosa.
El silencio se hizo presente de nuevo y luego de
varios minutos comenzamos el descenso. Habíamos cumplido con nuestro afán de
visitar los Cuchumatanes.
Luego de recoger todo el campamento, bajamos al
pueblo de nuevo y desayunamos finalmente (como a las 10:30AM).
Y aunque queda la satisfacción y lo apremiante de
ver todo esto, queda también una sensación de inconformidad, pues ninguna
charla o fotografía logrará capturar y relatar lo que vimos ahi. Es algo que se
debe contemplar con los propios ojos.
Luego consideré de nuevo a todos los que buscan
bellezas en otros países argumentando que acá hay poco qué ver... y me di
cuenta de lo equivocados que están... y que este es solamente uno de los TANTOS
lugares por visitar. Sin duda tenía muchos viajes qué planificar.